terça-feira, 13 de julho de 2010

Cortázar, fotógrafo.


Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías, actividad que debería enseñarse tempranamente a los niños pues exige disciplina, educación estética, buen ojo y dedos seguros. No se trata de estar acechando la mentira como cualquier repórter, y atrapar la estúpida silueta del personajón que sale del número 10 de Downing Street, pero de todas maneras cuando se anda con la cámara hay como el deber de estar atento, de no perder ese brusco y delicioso rebote de un rayo de sol en una vieja piedra, o la carrera trenzas al aire de una chiquilla que vuelve con un pan o una botella de leche. Michel sabía que el fotógrafo opera siempre como una permutación de su manera personal de ver el mundo por otra que la cámara le impone insidiosa (ahora pasa una gran nube casi negra), pero no desconfiaba, sabedor de que le bastaba salir sin la Contax para recuperar el tono distraído, la visión sin encuadre, la luz sin diafragma ni 1/250. Ahora mismo (qué palabra, ahora, qué estúpida mentira) podía quedarme sentado en el pretil sobre el río, mirando pasar las pinazas negras y rojas, sin que se me ocurriera pensar fotográficamente las escenas, nada más que dejándome ir en el dejarse ir de las cosas, corriendo inmóvil con el tiempo. Y ya no soplaba viento.


(Cortázar. Trecho de "Las babas del diablo", conto inspirador do filme "Blow-Up", de M. Antonioni).

Um comentário:

Marechá Panapaná disse...

Rapaz, que foto linda!... me escapava (fiz umas que seguem esses pêlos...rss).

A propósito do texto, aprecio especialmente umas linhas adiante também:

"Michel é culpado de literatura, de fabricações irreais.Não há nada que o agrade mais que imaginar exceções, indivíduos fora da espécie, monstros nem sempre repugnantes.Mas aquela mulher convidava a invenção, dando talvez as pistas suficientes para acertar a verdade.Antes que fosse embora, e agora que encheria minha memória durante muitos dias, porque sou propenso à ruminação, decidi não perder mais nenhum instante.Pus tudo no visor (com a árvore, o parapeito, o sol das onze) e tirei a foto.Bem a tempo de compreender que os dois tinham percebido e que estavam me olhando, o garoto surpreendido e interrogante, mas ela irritada, decididamente hostis seu corpo e seu rosto que haviam sido roubados, ignominiosamente presos numa pequena imagem química."

Salenas!